Tras la castración de Cronos, Gea parió a Equidna, la que sería madre de todos los monstruos, y a Tifón, quien se enfrentara a Zeus en la tifonomaquía; engendrados por el dios primordial Tártaro.
De su hijo Ponto tuvo a las deidades marinas Nereo, Taumante, Forcis, Ceto y Euribia.
Las fórcides fueron las doces hijas de Forcis y Ceto, deidades marinas
(En la Odisea, Forcis era un anciano hombre del mar a quien estaba dedicado un puerto de Ítaca, y se contaba que era padre de la ninfa Toosa)
Forcis se emparejó con su hermana Ceto, para crear una familia de monstruos.
La primera mención en las fuentes escritas sobre las Grayas aparece en la Teogonía, a saber: «Ceto tuvo con Forcis a las Grayas de bellas mejillas, canosas desde su nacimiento. Las llaman Viejas los dioses inmortales y los hombres que pululan sobre la tierra: Penfredo de bello peplo y Enío de peplo azafranado». En esta fuente fueron las hijas mayores de Forcis y Ceto.
En otras fuentes ya son tres en número. Así unos dicen que eran Enío, Pefredo y Dino
En la Biblioteca mitológica se nos dice que Perseo marchó al encuentro con las Fórcides para que las hermanas le revelaran el paradero unas ciertas ninfas que custodiaban los tesoros divinos. El texto nos dice que «las tres disponían de un solo ojo y un solo diente, que compartían: Perseo los cogió y cuando se lo reclamaron dijo que los devolvería si le indicaban el camino que llevaba hasta las ninfas. Estas ninfas tenían sandalias aladas y la kíbisis, que al parecer era un zurrón». La narración termina aclarando que cuando las Grayas le revelaron el paradero de las ninfas que custodiaban los tesoros divinos, Perseo se dignó a devolverles el ojo y el diente a las hermanas. Otra versión del mito completa la narración anterior, aclarando que tenían un oráculo y sabían la forma de matar a la Gorgona, consistente en lograr de las ninfas los tesoros divinos antes citados más el casco de invisibilidad de Hades. Perseo, informado por Hermes y Atenea de que las Grayas conocían el oráculo, les robó sus pertenencias para conseguir respuestas —e incluso algunas fuentes cuentan que también les amenazó con su espada— y dónde podía encontrar a las ninfas.
En la tragedia de Prometeo encadenado se nos dice que las Grayas viven atravesando el estruendoso mar hacia donde sale el sol.
"Allí, en las llanuras de las Gorgonas, en Cístene, habitan las Fórcides, tres viejas doncellas con figura de cisne ("κυκνόμορφοι") que tienen un ojo y un diente para las tres, y que en su momento una de las hermanas está en posesión de ojo, cuando le place. Sea como fuere ninguna de la hermanas ve nunca los rayos del sol ni la luz de la luna. Pero cerca de ellas viven las aladas Gorgonas"
Ovidio relata más aún el paraje donde moraban las Grayas y nos dice que al pie del helado Atlas existe un lugar absolutamente seguro por la protección de un macizo rocoso y que a su entrada habitaban las hijas de Forcis.
Con el nombre de Las Fórcides también se conocía a la segunda de una trilogía de tragedias —ahora perdidas— escritas por Esquilo, que narraban la epopeya de Perseo en su búsqueda de la cabeza de Medusa. En esa obra las Grayas tenían el papel de coro.
En la Astronomía poética se nos dice que en Las Fórcides las Grayas eran las guardianas de las Gorgonas. Se cree que no tenían más que un ojo entre ellas, y que por tanto hacían guardia, vigilando una tomándolo en su turno. Perseo arrebató este ojo justo en el momento que una de las hermanas lo estaba pasando a otra, y lo arrojó al lago Tritonis. Así, cuando las guardianas fueron cegadas, Perseo pudo fácilmente matar a la Gorgona cuando esta finalmente fue vencida por el sueño.
Nono, poeta tardío, añade el dato de que las Grayas eran «insomnes» y que las hermanas se intercambiaban el ojo para poder dormirse.
Paléfato, por su parte, dice que aquella de las hermanas que estaba usando el ojo podía ver pero las otras no, pero como la una le pasaba el ojo a la otra, todas veían; también dicen que moraban en la isla de Cerne.1
Existen varias interpretaciones acerca de las Grayas. Se cree que como otros miembros de la familia de Forcis, son deidades marinas, y en este caso las Grayas personifican la espuma blanca que se puede apreciar en las olas del mar.
Otros dicen que, debido a que nacieron ya ancianas y con cabellos grises, se denominan como la personificación de la vejez eterna.
Las Grayas pueden ser comparadas con las tres hilanderas del destino (las Moiras), las Nornas noreuropeas, o con la diosa báltica Laima y sus dos hermanas.
Como otros conjuntos de viejas brujas de los niveles más antiguos de las mitologías germánicas y nórdicas, tenían un solo ojo y un único diente para todas, que compartían y usaban por turnos, durmiendo las dos a las que no les toca.
En la mitología griega, una gorgona era un despiadado monstruo femenino a la vez que una deidad protectora procedente de los conceptos religiosos más antiguos. Su poder era tan grande que cualquiera que intentase mirarla quedaba petrificado, por lo que su imagen se ubicaba en todo tipo de lugares, desde templos a cráteras de vino, para propiciar su protección. La gorgona llevaba un cinturón de serpientes, entrelazadas como una hebilla y confrontadas entre sí.
En mitos posteriores se decía que había tres gorgonas, Medusa, Esteno y Euríale.
Medusa, única mortal de ellas, tenía serpientes venenosas en lugar de cabellos como castigo por parte de la diosa Atenea. Esta imagen se hizo particularmente famosa gracias a Las metamorfosis de Ovidio, si bien la gorgona aparece en los registros escritos más antiguos de las creencias religiosas de la Antigua Grecia, como en las obras de Homero.
La gorgona ocupaba el lugar principal del frontón del Templo de Artemisa en Corfú. Se trata de una de las más antiguas expresiones de escultura en un frontón de Grecia, estando fechado c. 600 a. C. Flanqueada por leonas y mostrando su cinturón de serpientes, tal como aparece en el frontón del templo del siglo vii a. C. expuesto en el Museo Arqueológico de Corfú.
Las gorgonas son a veces representadas con alas de oro, garras de bronce y colmillos de jabalí, pero sus atributos más comunes son los dientes y la piel de serpientes. Se decía que los oráculos más antiguos eran protegidos por las serpientes y las imágenes de gorgonas se asociaban a menudo con estos templos. Las leonas y las esfinges también se asociaban frecuentemente a las gorgonas. Su poderosa imagen fue adoptada por las imágenes y mitos clásicos de Zeus y Atenea, quizá como continuación de una iconografía más antigua.
Homero, autor de las fuentes más antiguas, habla solo de una gorgona, cuya cabeza está representada en la Ilíada como sujeta a la égida de Zeus:
Suspendió de sus hombros la espantosa égida floqueada que el terror corona: ... allí la cabeza de la Medusa, monstruo cruel y horripilante, portento de Zeus que lleva la égida.1
También aparece en un arma de Agamenón:
...y lo coronaba la Medusa, de ojos horrendos y torva vista, con el Terror y el Fobo a los lados.
En la Odisea, la gorgona es un monstruo del inframundo:
...el pálido terror se apoderó de mí, temiendo que la ilustre Perséfone no me enviase del Hades la cabeza de Gorgona, horrendo monstruo.
Sobre el 700 a. C., Hesíodo (Teogonía, El escudo de Heracles) incrementa el número de gorgonas a tres —Esteno (‘poderosa’), Euríale (‘que surge lejos’) y Medusa (‘reina’)— y las hace hijas de las deidades marinas Forcis y Ceto. Su hogar quedaba en el lado más lejano del océano occidental, según autores posteriores, Libia.
La tradición ática, recogida por Eurípides (Ion), consideraba a la gorgona un monstruo, producida por Gea para ayudar a sus hijos, los Titanes, contra los dioses olímpicos. Murió a manos de Atenea, quien llevó su piel desde entonces (de las tres gorgonas, solo Medusa era mortal).
Esquilo (c. 525–456 a. C.) dice que las tres gorgonas solo tenían un diente y un ojo entre ellas, de forma que tenían que compartirlos, pero sin embargo no se las representa así, quizá para evitar confundirlas con las Grayas.
En la Biblioteca mitológica de Apolodoro se proporciona un buen resumen del mito de las gorgonas. Historias muy posteriores afirman que cada una de las tres hermanas tenía serpientes en lugar de cabellos, y que tenían el poder de transformar a quien las mirase en piedra.
Según el poeta romano Ovidio (Las metamorfosis), solo Medusa tenía serpientes en el pelo, debido a la maldición de Atenea. Excitado por el color dorado de los cabellos de Medusa, Poseidón la violó en el templo de la diosa, quien enfurecida por la profanación transformó su cabellera en serpientes.
Pausanias, el geógrafo del siglo II, da los detalles de dónde y cómo estaban representadas las gorgonas en la arquitectura y el arte griegos.
Perseo y Medusa
En mitos posteriores, Medusa era la única mortal de las tres gorgonas, y Perseo pudo matarla cortándole la cabeza.
Medusa estaba embarazada de Poseidón y de la sangre que brotó del cuello surgieron Crisaor y Pegaso, hijos por tanto de Medusa y Poseidón.
Otras fuentes afirman que cada gota de sangre se transformó en una serpiente. Perseo le dio la cabeza, que tenía el poder de petrificar a quienes la veían, a Atenea, quien la puso en su escudo. Según otra versión, Perseo la enterró en el mercado de Argos.
Cuando Perseo regresó a Grecia con la cabeza de la gorgona, las gotas de sangre que cayeron al mar se convirtieron al instante en el coral conocido como ”gorgonia” mientras que las que cayeron en el desierto se transformaron en serpientes.
Según una tradición, Perseo o Atena usaron la cabeza de Medusa para petrificar a Atlas, transformándole en los montes Atlas, que sujetaban el cielo y la tierra.
También la usó contra el rey Polidectes, quien le había enviado originalmente a matar a Medusa con la esperanza de librarse de él y casarse con su madre, Dánae. Perseo volvió y usó la cabeza de Medusa para petrificar al rey y a toda su corte.
En la Antigua Grecia se usaba con frecuencia un Gorgoneion (cabeza de piedra, grabado o dibujo de un rostro de gorgona, a menudo con serpientes sobresaliendo salvajemente y con la lengua fuera de sus colmillos) como símbolo apotropaico que se ubicaba en puertas, muros, suelos, monedas, escudos, corazas y lápidas con la esperanza de alejar el mal.
A este respecto las Gorgoneia son parecidas a las a veces grotescas caras de los escudos de soldados chinos, usados también en general como amuleto o protección contra el mal de ojo.
En algunas de las representaciones más toscas, la sangre corriendo bajo la cabeza puede considerarse por error como una barba. Aunque las gorgonas puedan transformar a todo lo que las miren directo a los ojos en piedra. No significa que no existan excepciones, pues los que solían ser inmune a su maldición, eran los mandados por Hades a que vigilen a quienes roban sus almas atrapándolas en piedra. Estos vigilantes son los conocido demonios o almas con cuerpo.
La sangre tomada del lado derecho de una gorgona podía resucitar a los muertos, mientras la sangre del lado izquierdo era un veneno instantáneamente mortal. Atenea le dio un vial de esta sangre curativa a Asclepio, lo que terminó dando lugar a su fallecimiento. Se decía que Heracles había obtenido un mechón del cabello de Medusa, que poseía los mismos poderes que la cabeza de Atenea y se lo había dado a Estérope, la hija de Cefeo, como protección para la ciudad de Tegea contra los ataques. De acuerdo con la idea posterior de Medusa como una hermosa doncella, cuyos cabellos habían sido transformados en serpientes por Atenea, la cabeza se representaba en las obras de arte con un rostro maravillosamente hermoso, envuelto en el tranquilo reposo de la muerte.
El concepto de la gorgona es como mínimo tan antiguo en la mitología como Perseo y Zeus, si bien algunos investigadores creen que la diosa tiene orígenes primitivos en la antigua religión griega.
La arqueóloga Marija Gimbutas creyó ver el prototipo del Gorgoneion en los motivos artículos neolíticos, especialmente en las vasijas antropomórficas y máscaras de terracota con incrustaciones de oro. Los ojos grandes y centelleantes son un símbolo denominado «ojos divinos» por Gimbutas, que aparecen también en la lechuza de Atenea. Pueden ser representados por espirales, ruedas, círculos concéntricos, esvásticas, etcétera.
Los colmillos de las gorgonas son como los de las serpientes y probablemente procedan de los guardianes estrechamente relacionados con los conceptos religiosos griegos primitivos en los centros oraculares.
En general en la mitología era un monstruo ctónico femenino que convertía en piedra a aquellos que la miraban fijamente a los ojos.
Fue decapitada por Perseo, quien después usó su cabeza como arma hasta que se la dio a la diosa Atenea para que la pusiera en su escudo, la égida.
Desde la antigüedad clásica, la imagen de la cabeza de Medusa aparece representada en el artilugio que aleja el mal conocido como Gorgoneion.
Pero, ¿será cierto que Medusa siempre fue un monstruo?, ¿Cómo llego a esa situación?
Hay versiones de este mito que colocan a Medusa como un monstruo que sedujo a Poseidón y por eso fue desterrada.
Para otra versión era una protectora del templo de Atenea que a manera de provocación sedujo a Poseidón queriendo demostrar que ella tenía mayor importancia, belleza e inteligencia que la propia diosa; ante esta situación Atenea responde indignada por la profanación de su templo y la osadía de Medusa, por lo que esta última es desterrada, y al saber que está embarazada la manda matar para dar punto final a su desafío. Cuando Perseo le corta la cabeza surgen sus dos hijos y de la sangre derramada se crearon los escorpiones y las serpientes que viven en el desierto.
La versión del mito que vamos a analizar nos dice que Medusa era parte de las gorgonas y sus padres eran Forcis y Ceto; pero Medusa tenía una característica que la diferenciaba del resto de las gorgonas, ya que era la única mortal y la más bella de sus hermanas.
Su belleza fue tan grande que llegó a deslumbrar a Poseidón, que al verse enamorado de ella la sedujo —en algunas versiones se maneja como violación—en el templo de Atenea.
Esto provocó que la rivalidad entre Atenea y Poseidón creciera. La ira de Atenea fue tan grande que su reacción inmediata fue la de castigar a Medusa, convirtiéndola en un ser igual que sus dos hermanas, Esteno y Euríale. Ambas eran monstruos, con manos metálicas, colmillos afilados, y unos ojos que emitían luz y quien los miraba directamente quedaba petrificado. Atenea se vio celosa de la hermosa cabellera que tenía Medusa, razón por la cual convirtió sus cabellos en serpientes y la desterró a vivir en las tierras hiperbóreas.
De aquel idilio que hubo entre Poseidón y Medusa surgió un embarazo, por lo que Atenea, ordenó a Perseo que matara a Medusa, en su misión, tuvo que usar las sandalias aladas que Hermes le dio, el casco de invisibilidad de Hades, una espada y un escudo espejado, el héroe fue a visitar las Grayas para que le dijeran donde se encontraba la cueva de las gorgonas. Perseo cumplió su misión, esperó a que Medusa se durmiera en su guarida y volando con sus sandalias logró ubicarse por encima sin mirarla directamente solo observando el reflejo. Su mano iba siendo guiada por Atenea y así cortó su cabeza en un solo acto. Del cuello de Medusa salieron sus hijos, Pegaso y el gigante Crisaor. La cabeza de Medusa fue para Atenea, que la utilizó como escudo en todas sus batallas, como hiciera Perseo anteriormente para rescatar a Andrómeda y poder matar a Polidectes. La sangre derramada en la decapitación de Medusa fue celosamente guardada por los dioses, ya que la sangre de su vena izquierda venía a representar un veneno mortal y la de su lado derecho tenía características sanadoras que se utilizaba para resucitar a los muertos.
En esta versión del mito —que es la más conocida— vemos como una mujer es castigada por otra mujer al darse cuenta de su "idilio" que aparece más bien como una violación.
En este caso se le castiga física, psicológica y socialmente, ya que después de ser considerada bella y por ello seductora se le convierte en un monstruo igual que sus hermanas, a causa de los celos, su cabellera es convertida en serpientes y se le condenada al destierro quitándole la oportunidad de relacionarse amorosa o sexualmente en otra ocasión.
Algo digno de resaltarse dentro del mito es que en ningún momento se habla del castigo hacia el hombre, aunque dentro de la narración dice que Poseidón fue quien sedujo y quien la forzó; inclusive se busca a otro hombre, Perseo, que es ayudado por otros hombres, Hermes y Hades, para poder remediar la falta cometida..
Dentro del mito también se ve como Medusa es excluida de su sociedad como castigo de lo sucedido
Por otra parte, podríamos discutir sobre la doble función que tenía la sangre de Medusa, una era para matar y la otra era para dar vida, lo cual puede equipararse con la ideología judeo-cristiana (católica) en el mundo, sedujo al hombre para que cállese en la tentación traicionando o desobedeciendo a Dios y como consecuencia de ese pecado entró el sufrimiento y la muerte, la segunda —también llamada nueva Eva— era la encargada de redimir el pecado original, de darle vida al Salvador y redentor de la humanidad, por ella entro “la gracia de Dios” a la tierra y con ello el perdón de los pecados.
Ladón también fue hija de Forcis y Ceto n la mitología griega
Ladón (en griego Δρακον Λάδων, Drakon Ladôn) era un dragón de cien cabezas (cada una de las cuales hablaba una lengua diferente), junto con las ninfas Hespérides, era el encargado de custodiar el jardín de las Hespérides, por lo que también se le conocía como Dragón de las Hespérides (en latín Draco Hesperidum). Era hijo de Forcis y Ceto o de Tifón y Equidna, en otras versiones.
Hera lo envió a custodiar su huerto de manzanas de oro, ya que no confiaba en las Hespérides, hijas de Atlas. Heracles le dio muerte en uno de sus doce trabajos. Para agradecer sus leales servicios, Hera, ascendió sus restos al cielo, lugar donde, desde entonces, forma la Constelación del Dragón.
En otra versión de la historia, Heracles engaña a Atlas para que robe las manzanas por él y Ladón no es asesinado.
Diodoro de Sicilia le da una interpretación evemerista, como un pastor humano cuidando su rebaño de ovejas.
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