El mito del diluvio universal, difundido con posterioridad a través del Antiguo Testamento, es en realidad un antiguo mito sumerio.
La primera narración del diluvio que conocemos es la Epopeya de Gilgamesh en la que Uanapistim, rey de Shurupak, cuenta lo sucedido a Gilgamesh, como testigo de primera mano y superviviente de la catástrofe.
La Epopeya de Gilgamesh narra las hazañas de un legendario héroe que fue rey de Uruk hacia el año 2750 a. C. Legendario aunque podría ser real porque, aparte de la leyenda que envuelve su vida, hay algunos textos posteriores que mencionan a este rey.
En Shurupak, antiquísima ciudad situada a orillas del río Éufrates, moraban tres dioses: ANU, ENLIL Y EA. Su rey, Utanapistim, habitaba una humilde choza de cañas. Cuando Enlil decidió producir lo que hoy llamamos una tormenta perfecta, Ea, que cuidaba de los humanos, quiso advertirlo a Utanapistim. Pero como Enlil había ordenado no prevenir a los hombres de sus aviesas intenciones, Ea, que para eso era el dios de la vasta inteligencia, urdió una estrategia consistente en anunciar lo que iba a suceder pero, en lugar de decírselo a Utanapistim, se lo diría a la choza que este habitaba. Así se dirigió a la choza en estos términos: «Óyeme choza de cañas, escúchame, pared». Además de hacerle saber la decisión divina, le recomendó las proporciones del arca que debía construir.
El diluvio se inició con un fuerte granizo que aterrorizó al vecindario. Pero Utanapistim no se compadeció de sus vecinos. Cerró la puerta del barco que había hecho construir y se mantuvo a flote con auxilio de un experto marinero. A bordo llevaba todas sus posesiones, incluyendo sus animales de cría. El temporal fue tan horroroso que los mismos dioses se asustaron y hubo diosas que gritaron como si estuvieran de parto. Duró seis días y seis noches, al cabo de los cuales, el barco tocó tierra en el monte Nisor, donde Utanapistim desembarcó y miró a su alrededor. Todo había desaparecido bajo el lodo.
Posteriormente, aparecerá el poema titulado Historia de Atrahasis: Pasado un tiempo tras su creación, los hombres se multiplicaron, empezaron a cavar zanjas y a profundizar en los canales creados por los dioses. Al cabo de mil doscientos años, era tanto el ruido que hacían, que los dioses no podían dormir.A fin de terminar con aquella algarabía, Enlil envió a los hombres una enfermedad mortal. Pero Ea, siempre compasivo, advirtió a Atrahasis, el héroe del poema, del castigo que les iba a llegar. Atrahasis intentó convencer a su pueblo de que cesara en su estrépito, pero no le hicieron caso. La enfermedad pasó y los supervivientes, que fueron muchos, continuaron multiplicándose por lo que, al cabo de otros mil doscientos años, el ruido se había hecho ensordecedor y Enlil volvió a quejarse de no poder conciliar el sueño. Decidido a acabar de una vez con ellos, Enlil les envió la peor de las maldiciones: la sequía. Hubo hambruna, muchos murieron de hambre y otros se alimentaron con los cadáveres de sus congéneres. Pero pasó el tiempo, volvieron las lluvias y los hombres insistieron en su alboroto. Entonces fue cuando Enlil perdió la paciencia. Llamó a Enki y le ordenó que, sin dilación, enviase una tormenta tan tremenda que lo inundase todo y aniquilase a todo ser viviente de la faz de la tierra.
Pero el verdadero Noé sumerio, o al menos el más antiguo conocido no es Atrahasis ni Utanapistim, sino Ziusudra.
Esta es la versión más antigua hasta la fecha, por tanto, ha de ser la verdadera versión original sumeria. El problema es que el relato se encontró en una tablilla de barro a la que le faltan numerosas líneas y fragmentos y, probablemente por eso, se han difundido más las otras dos versiones que no son puramente sumerias, sino babilonias.
En la tablilla sumeria faltan precisamente las treinta y siete líneas en las que suponemos se indica el motivo que llevó a los dioses a castigar a la humanidad con aquel tremendo aguacero. Solamente sabemos que esta decisión disgustó a muchos de los dioses que trataron de impedir la catástrofe, pero que, lo más que consiguieron, fue advertir a Ziusudra, un rey piadoso que siempre atendía las revelaciones que los dioses le comunicaban mediante los sueños.También faltan las líneas que contienen las instrucciones del dios para la construcción del barco que debía salvar a Ziusudra. Luego habla de las aguas que sumergieron la tierra debido a la tormenta que se desencadenó sin interrupción durante siete días y siete noches. Al final, Ziusudra abrió una ventana y vio penetrar un rayo de sol. Ofreció un sacrificio al dios del Sol, Utu, y se prosternó ante los grandes dioses, los cuales, le concedieron la vida eterna, «la vida como un dios», llevándole al país de Dilmún que era, como dijimos, el paraíso terrenal sumerio.
Durante mucho tiempo se ha venido discutiendo si la historia del diluvio universal narra un hecho cierto, una interpretación subjetiva o se trata, simplemente, de una leyenda.Sabemos que, hacia 6000 a. C., un enorme tsunami mediterráneo provocó la inundación de Mesopotamia debido a una erupción del Etna. Todos los historiadores sumerios hacen referencia a una época legendaria, después de la cual, «vino el diluvio». El problema es que los registros anteriores al 2800 a.C. están mal conservados y los registros posteriores que describen los sucesos que precedieron a esa fecha fundamental parecen tener un carácter muy legendario.Los documentos sumerios que presentan una visión legendaria de la historia siempre se refieren al período «anterior al Diluvio».
Los sumerios tuvieron menos suerte que los egipcios con respecto a las inundaciones fluviales. El río de Egipto, el Nilo, se desborda todos los años, pero raramente varía mucho el nivel de las aguas. Nace en los grandes lagos del África Central Oriental, y éstos actúan como un enorme depósito de aguas que sirve para atenuar las fluctuaciones de las inundaciones. El Tigris y el Éufrates no nacen en lagos, sino en fuentes montañosas. No hay ninguna represa y las inundaciones pueden ser desastrosas en años de mucha nieve y repentinas oleadas de calor primaverales. Así, se produjo una inundación que fue peor que las otras. Quizá fue la que sepultó a Ur, al menos por un tiempo. Y aunque no destruyese tanto a otras ciudades (una inundación puede afectar a unas ciudades y no a otras, pues algunas pueden haber descuidado durante un período sus diques, mientras los de otras pueden resistir gracias a la labor infatigable de sus ciudadanos) el descalabro económico resultante de la parcial destrucción de la tierra debe de haber arrojado a Sumeria en una breve edad oscura. Esta super inundación, o Diluvio quizá se produjo alrededor del 2800 a.C.
El Diluvio y los desórdenes que le siguieron deben de haber barrido, prácticamente, con los registros de las ciudades, y las generaciones posteriores no pudieron hacer más que tratar de reconstruir su historia con lo que algunos recordaban de los registros. Lo cierto es que el diluvio sirvió de referente temporal entre las comunidades sumerias, cuya más antigua historia dinástica se hace entroncar con él. Así por ejemplo, «… después del diluvio, la realeza bajó del cielo por segunda vez a la ciudad de Kish…». El mito transmite la existencia de la ciudad y de la monarquía como procesos anteriores al período en el que los sumerios sitúan el diluvio. Lógicamente, como ha ocurrido en todas las culturas, los poetas crearon cuentos y epopeyas basados en los nombres recordados, para dejar un legado literario que narrara los sucesos a la posteridad.
Otros autores hablan de una gran inundación producida al finalizar el período de la cultura de El Obeid, en una época que coincide con la fecha que le asigna la tradición sumeria. Precisamente, muchos lugares próximos a la ciudad de Ur que, por su elevación sobrevivió al desastre, debieron quedar destruidos y no muestran señales de ocupación posterior a la fecha señalada. Pero los aluviones que las aguas depositaron cerca del montículo de Ur indican una inundación suficiente como para anegar todo el delta y es posible que falleciera casi toda la población. Nuevos inmigrantes debieron llegar del norte para ocupar aquella tierra tan valiosa y tan abandonada y se instalaron mezclándose con los supervivientes. Su cultura se elevó por encima de la ya desgastada cultura de El Obeid y el país del sur alcanzó cotas de prosperidad insospechadas.Así tenemos que fijar en Uruk el nacimiento de aquella civilización a la que llamamos sumeria porque el sumerio es el idioma en que, como dijimos, están redactados los documentos más antiguos; una civilización que se formó a partir de la amalgama de las dos estirpes, la ya existente en El Obeid más los llegados del norte.
En el poema de Gilgamesh el Diluvio es universal, y en cierto modo tal vez fue así para ellos, pues Mesopotamia era todo lo que les importaba del mundo a los sumerios. Todos estos poemas no son mas que un fiel reflejo de esas catastróficas inundaciones, recogidas en la tradición popular sumeria a lo largo de los siglos. El cuento de Utnapishtim es tan similar al cuento bíblico de Noé, que la mayoría de los historiadores sospechan que este último deriva del poema épico de Gilgamesh.
«Yo quiero [...] la destrucción de mi raza humana,
para Nintu quiero atajar la destrucción de mis criaturas.
Haré retornar a las gentes a sus establecimientos.
Construirán ciudades en todos los lugares
y haré que su sombra sea apacible.
Colocarán de nuevo los ladrillos de nuestros templos en los santos lugares,
(y) los lugares de nuestras decisiones los restablecerán en los lugares consagrados.
Yo prepararé convenientemente allí el agua santa que apaga el fuego,
completaré las divinas reglas y los sublimes decretos,
la tierra estará regada y estableceré allí la paz.
Después que An, Enlil, Enki y Ninhursag
hubieron creado el (pueblo) de los cabezas negras,
la vegetación se desarrolló, lujuriante, sobre la tierra,
los animales, de todos los tamaños, los cuadrúpedos, fueron colocados como adecuado ornamento de las llanuras
[...]
yo quiero tener en cuenta (sus afanosos esfuerzos).
(Después que) el constructor del país hubo fijado los fundamentos,
(cuando el cetro) de la realeza hubo descendido del cielo,
después que la sublime tiara (y) el trono de la realeza hubieron descendido del cielo,
él completó (las divinas reglas y los sublimes destinos).
Fundó (las cinco) ciudades en (lugares puros);
pronunció sus nombres y las designó como centros de culto.
La primera de estas ciudades, Eridú, la dio al jefe Nudimmud,
la segunda, Baltibira, la dio al nugig,
la tercera, Larak, la dio a Pabilsag,
la cuarta, Sippar, la dio al héroe Utu,
la quinta, Shuruppak, la dio a Sud.
Él proclamó los nombres de aquellas ciudades y las designó como centros de culto;
no detuvo el (anual) diluvio, (sino que) excavó la tierra y trajo el agua,
y estableció la limpieza de los pequeños canales y las zanjas de irrigación.
[...]
el diluvio [...]
[...]
así fue convencido[...].
Entonces Nintu lloró (por sus criaturas) como un[...];
la divina Inanna entonó un lamento por su pueblo;
Enki tomó consejo de sí mismo.
An, Enlil, Enki (y) Ninhursag,
los dioses del universo prestaron juramento por los nombres de An y Enlil.
Entonces el rey Ziusudra, el pashishu de[...]
construyó[...].
Humildemente, obediente, con reverencia él[...];
ocupado cada día, constantemente él[...].
Aquello no era un sueño; saliendo y hablando[...],
invocando al cielo (y) al mundo subterráneo, él[...].
En el ki-ur, los dioses, un muro[...].
Ziusudra oyó a su lado,
estando de pie en el lado izquierdo del muro[...]:
"Junto al muro, yo te diré una palabra, (escucha) mi palabra,
presta oído a mis instrucciones:
Un diluvio va a inundar todas las moradas, todos los centros de culto,
para destruir la simiente de la Humanidad[...].
(Tal) es la decisión, el decreto de la Asamblea (de los dioses).
(Tal) es la palabra de An, Enlil (y Ninhursag).
[...]la destrucción de la realeza.
Ahora[...]."
[...]
[...]
Todas las tempestades y los vientos se desencadenaron;
(en un mismo instante) el diluvio invadió los centros de culto.
Después que el diluvio hubo barrido la tierra durante siete días y siete noches,
y la enorme barca hubo sido bamboleada sobre las vastas aguas por las tempestades
Utu salió, iluminando el cielo y la tierra.
Ziusudra abrió entonces una ventana de su enorme barca,
y Utu hizo penetrar sus rayos dentro de la gigantesca barca.
El rey Ziusudra
se prosternó (entonces) ante Utu;
el rey le inmoló gran número de bueyes y carneros.
"Invocaréis por el cielo y por la tierra[...]"
An (y) Enlil invocaron por el cielo y por la tierra[...],
e hicieron aparecer los animales que surgieron de la tierra.
El rey Ziusudra
se prosternó ante An (y) Enlil.
An (y) Enlil cuidaron de Ziusudra,
le dieron vida como (la de) un dios,
hicieron descender para él un eterno soplo como (el de) un dios.
Entonces al rey Ziusudra,
que salvó de la destrucción la simiente de la humanidad en aquel tiempo,
allende los mares, en el Oriente, en Dilmun, (le) hicieron vivir.
L
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