Poseia también un terriotorio en Corinto,que se disputó en otro tiempo con Poseidón. Su tío Briáreo, uno de los Hecatonquiros, actuó como árbitro en este litigio y concedió la ciudadela del Acrocorinto a Helio y el Istmo a Poseidón, su primo, hijo de su tío Cronos.
Helio estaba casado con la océanide Perse, con la que tuvo varios hijos:
-Eetes, el despiadado rey de la Cólquide, que poseía el Vellocino de Oro
- Perses, que derrocó a Eetes y ocupó el trono en su lugar durante algún tiempo
- Pasífae, la madre del Minotauro
- La maga Circe.
Helio era invocado a menudo como testigo en los juramentos.
Contó Deméter, que andaba buscando desesperadamente a su hija perdida, Perséfone, que la muchacha había sido raptada por Hades.
Descubrió también la aventura amorosa que mantenía Ares con Afrodita y notificó el hecho al marido de ésta, Hefesto, que atrapó a los amantes en una red mágica y llamó a todos los dioses para que contemplaran el espectáculo. Pero esta delación tuvo unas consecuencias fenestas para Helio pues Afrodita decidió vengarse de él.
Helio tuvo una manada de vacas en Eritia, pero se las robó el gigante Alcioneo.
Poseía otro rebaño de vaca blancas como la leche y cuernos dorados que pastaban en la isla de Trinacia (habitualmente identificada con Sicilia). Eran apacentadas por sus hijas Lampetie y Faetusa, fruto de su unión con su amante Neera. Cuando durante el viaje de regreso a Ítaca después de la Guerra de Troya los compañeros de Odíseo se comieron algunas de estas reses, Helio exigió a Zeus que castigara a los malhechores. Amenazó incluso con abandonar la tierra y llevar su luz a los muertos del Hades si el crimen quedaba impune
las vacas del dios Helios aparecen en un fragmento del canto XII de la Odisea:
"Cuando terciaba la noche y declinaban los astros, Zeus, el que amontona las nubes, levantó un viento para que soplara en terrible huracán y cubrió de nubes tierra y mar. Y se levantó del cielo la noche. Cuando se mostró Eos, la que nace de la mañana, la de dedos de rosa, anclamos la nave arrastrándola hasta una gruta, donde estaba el hermoso lugar de danza de las Ninfas y sus asientos.
Entonces los convoqué en asamblea y les dije: "Amigos, en la rápida nave tenemos comida y bebida; apartémonos de las vacas no sea que nos pase algo malo, que estas vacas y gordas ovejas pertenecen a un dios terrible, a Helios, el que lo ve todo y todo lo oye"
Así dije y su valeroso ánimo se dejó persuadir.
Durante todo un mes sopló Noto sin parar y no había ningún otro viento, salvo Euro y Noto. Así que, mientras mis compañeros tuvieron comida y rojo vino, se mantuvieron alejados de las vacas por deseo de vivir; pero cuando se consumieron todos los víveres de la nave, pusiéronse por necesidad a la caza de peces y aves; todo lo que llegaba a sus manos, con curvos anzuelos, pues el hambre retorcía sus estómagos.
Yo me eché entonces a recorrer la isla para suplicar a los dioses, por si alguno me manifestaba algún camino de vúelta; y, cuando caminando por la isla ya estaba lejos de mis compañeros, lavé mis manos al abrigo del viento y supliqué a todos los dioses que poseen el Olimpo. Y ellos derramaron el dulce sueño sobre mis párpados.
Entonces Euríloco comenzó a manifestar a mis compañeros esta funesta decisión:
Esuchad mis palabras, compañeros que tantos males habéis sufrido. Todas las clases de muerte son odiosas para los desgraciados mortales, pero lo más lamentable es morir de hambre y arrastrar el destino. Conque, vamos, llevémonos las mejores vacas de Helios y sacrifiquémoslas a los inmortales que poseen el vasto cielo. Si llegamos a Itaca, nuestra patria, edificaremos a Helios Hiperión un esplendido templo donde podríamos erigir muchas y excelentes estatuas, pero si, irritado por sus vacas de alta cornamenta, quiere destruir nuestra nave, y los demás dioses les acompañan, prefiero perder la vida de una vez, de bruces contra una ola, antes que irme consumiendo poco a poco en una isla desierta"
Al final se comieron las vacas de Helios y este como tal muy cabreado, a los seis dias de banquete, cuando los viajeros se hicieron al mar, Zeus envió una violenta tempestad contra ellos de la cual solo se salvó Odiseo
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